El bruxismo es una condición en la cual una persona aprieta o rechina los dientes de manera involuntaria. Este hábito puede ocurrir tanto durante el día como, más comúnmente, durante la noche, mientras dormimos. Las causas pueden variar desde el estrés y la ansiedad hasta problemas de la articulación temporomandibular (ATM) o la maloclusión dental.

El bruxismo puede manifestarse a través de síntomas como dolor facial, dolor de cabeza, sensibilidad dental, desgaste dental excesivo y trastornos del sueño. A largo plazo, puede conducir a problemas más graves, como daño en los dientes y la articulación temporomandibular.

Un profesional sanitario especializado llevará a cabo una evaluación detallada para identificar los factores desencadenantes y evaluar el impacto del bruxismo en la estructura oral y facial. Esto puede incluir la evaluación de la postura, la musculatura facial y la articulación temporomandibular.

• Terapia manual: Aplicar técnicas de terapia manual para liberar la tensión en los músculos faciales y mejorar la movilidad de la articulación temporomandibular.
• Ejercicios de relajación: Diseñar ejercicios específicos para promover la relajación de la mandíbula y reducir la tensión asociada con el bruxismo.
• Control postural: Evaluar y corregir problemas de postura que puedan contribuir al bruxismo, ya que la alineación corporal adecuada puede tener un impacto positivo en la función mandibular.
• Educación y prevención: Proporcionar educación sobre la gestión del estrés, técnicas de relajación y medidas de prevención para evitar la recurrencia del bruxismo.

En resumen, abordar el bruxismo desde un enfoque fisioterapéutico integral puede marcar la diferencia en la calidad de vida de quienes lo experimentan.